Exclusión Escolar

 
 

El año 2023, más de 50.000 niñas y niños no se matricularon en el sistema educativo, si bien no terminaron su trayectoria educativa. 

El año 2023, más de 50.000 niñas y niños no se matricularon en el sistema educativo, si bien no terminaron su trayectoria educativa.  •

¿Por qué hablamos de exclusión y no de deserción?

En Chile, un estudiante se considera excluido del sistema si, luego de estar matriculado en un establecimiento, no aparece en los registros escolares por dos años consecutivos, o si no termina un año escolar y no se matricula en ningún establecimiento durante todo el año siguiente (Mineduc, 2022). Tradicionalmente estas y estos estudiantes son considerados desertores del sistema educativo, o estudiantes que abandonan el sistema educativo, pero en realidad se trata de estudiantes en situación de exclusión escolar, en cuanto las responsabilidades que explican este comportamiento no refieren solo a factores individuales (Teregi, 2009). Recientemente se ha puesto el énfasis en reconocer que cuando una niña o niño abandona el sistema escolar sin haber completado su escolaridad, generalmente lo hace por el encuentro de sus experiencias de vida y las dinámicas propias de su establecimiento escolar y el sistema educativo en general (Cortés et al., 2020). Rara vez hay una sola razón para que abandonen la escuela. Más bien, este es un proceso conformado por muchos factores que interactúan de manera compleja y dinámica (UNICEF, 2015b).

La investigación en el ámbito educativo resalta la existencia de factores de riesgo que suceden tanto al interior (factores escolares) como al exterior del sistema educativo (a nivel individual, familiar, social, cultural y económico) (Cifuentes, 2023). En cuanto a los factores de riesgo que suceden al interior de la escuela se ha destacado que existen acciones que pueden ser desarrolladas desde las escuelas, resaltando por sobre todo las habilidades de los docentes (Chetty, Friedman, Rockoff, 2014; Salce-Diaz, 2020) y el desarrollo de habilidades socioemocionales orientadas a atacar climas escolares poco amables (Cifuentes, 2023). En cuanto a los factores de riesgo que se sitúan al exterior del sistema educativo, distinta evidencia ha mostrado cómo el nivel de estudios alcanzado por los padres determina el que obtienen sus hijos. La deserción escolar es un fenómeno multicausal, sabemos que niñas, niños y adolescentes de sectores vulnerables y excluidos tienen mayor probabilidad de verse afectados por un paso por establecimientos educacionales interrumpidos, repitiendo patrones familiares y afectando, además, sus proyectos de vida (Román, 2013).

 

Los factores que llevan a una o un estudiante a salir del sistema escolar son múltiples. La exclusión se relaciona por una parte con la relativización de la importancia de la asistencia dentro de las familias, la flexibilización de las exigencias de asistencia por parte de los establecimientos educativos, una mayor precarización y vulnerabilidad de los hogares y más casos de niñas y niños que han tenido que asumir tareas de cuidado (CEPAL, 2022). La exclusión escolar es también un indicador de exclusión social, y a menudo es reflejo de otras dificultades profundas de los estudiantes, como problemas de salud física y mental, experiencias de bullying y consumo de sustancias que limitan su capacidad de asistir a la escuela. Crisis como la derivada de la pandemia por COVID-19 imponen en este sentido un desafío particular para asegurar que todas las niñas y niños cumplan con su derecho a la educación. 

 

¿Por qué es importante para el bienestar de la niñez?: Evidencia científica sobre cómo la exclusión escolar se vincula con el bienestar de la niñez.

Durante la etapa de la infancia hasta la juventud ocurre la mayor acumulación educativa, y este ámbito es afectado por condiciones tales como la pobreza, afectando, de esta forma, las oportunidades que cada persona tendrá (Eurostat, 2017; Lechuga-Rodríguez, 2021). A mayor nivel educacional se proyecta que se podrán ganar mejores y más estables ingresos (OCDE, 2022), así como se podrán aprender habilidades sociales y generar capital cultural que será importante para un desarrollo integral posterior (UNICEF, 2019). En los países de la OCDE, casi uno de cada cinco estudiantes no alcanza un nivel mínimo básico de habilidades, y las y los estudiantes de entornos socioeconómicos desfavorecidos tienen el doble de probabilidades de tener un bajo rendimiento, lo que puede conducir a exclusión escolar (OCDE, 2012).

Dados los múltiples beneficios sociales, culturales y económicos que derivan de recibir una educación formal es que en muchos países se han adoptado modelos predictivos tempranos del proceso de abandonar la escuela (UNICEF, 2015b). Distintos estudios han vinculado la exclusión escolar con problemas de salud mental (Borges, 2011; Hjorth, 2016; Paul, 2021) y un deterioro del bienestar de la niñez (Paul, 2021). A este nivel se ha considerado un problema de salud pública en cuanto inequidades en la educación y en el cumplimiento de sus trayectorias regulares predicen inequidades en el estado de salud mental y bienestar de niños, niñas y adolescentes[1]. Este problema puede ser considerado bidireccionalmente, en cuanto problemas de salud mental han sido vinculados a mayores tasas de exclusión escolar pero también este fenómeno afecta el bienestar futuro de los niños, niñas y adolescentes. Esta mezcla compleja y superpuesta de desafíos requiere estrategias e intervenciones multifacéticas para abordar muchos factores al mismo tiempo: desde prácticas escolares, enseñanza, aprendizaje y bienestar emocional, hasta enfoques holísticos multisectoriales para apoyar a niños y adolescentes en riesgo de abandono. y, al mismo tiempo, abordar los factores socioeconómicos y las normas sociales (UNICEF, 2017). Las consecuencias de la exclusión escolar son variadas. Estudios han vinculado la exclusión escolar con problemas de salud mental (Hjorth, 2016) y un deterioro del bienestar de la niñez. Este problema puede ser considerado bidireccionalmente, en cuanto problemas de salud mental han sido vinculados a mayores tasas de exclusión escolar pero también este fenómeno afecta el bienestar futuro de los niños, niñas y adolescentes.

[1] https://www.apha.org/-/media/Files/PDF/SBHC/Dropout_Crisis.ashx


Sobre los datos: ¿cómo se mide la exclusión escolar en Chile?

  • El Ministerio de Educación identifica a las y los estudiantes con su RUN (Rol Único Nacional) y luego los reemplaza por un identificador enmascarado (mrun) para permitir que investigadoras e investigadores utilicen estos datos. Esto permite identificar a estudiantes que se encontraban matriculados(as) un año y, sin haber egresado, no se encuentran en el sistema escolar el año siguiente (MINEDUC, 2020).


Referencias

Centro de Estudios Ministerio de Educación (2020). Deserción escolar: diagnóstico y proyección en tiempos de pandemia. Documento de Trabajo. Santiago de Chile: Ministerio de Educación. Disponible en: https://centroestudios.mineduc.cl/wp-content/uploads/sites/100/2020/10/DOCUMENTO-DE-TRABAJO-22_2020_f01.pdf

Centro de Estudios Ministerio de Educación (2020b) Medición de la Exclusión Escolar en Chile. Disponible en: https://centroestudios.mineduc.cl/wp-content/uploads/sites/100/2020/04/DOCUMENTO-DE-TRABAJO-20_2020_f01.pdf

CEPAL (2022) Panorama Social de América Latina y el Caribe 2022: la transformación de la educación como base para el desarrollo sostenible. Disponible en: https://repositorio.cepal.org/items/3127437b-1e2e-4567-a532-dcfe5599954b

 
 
 
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